domingo, 23 de junio de 2013

El hombre de acero: ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es Superman?

*Este artículo puede revelar detalles del argumento.

El planeta de Krypton está condenado. Con la sociedad corrompida y los recursos naturales consumidos, el final de Krypton está cerca, por lo que el científico Jor-El decide enviar a su hijo recién nacido a la Tierra para que pueda disfrutar de una vida mejor allí y evitar que los humanos caigan en los mismos errores que los kryptonianos. Ese niño está destinado a convertirse en Superman, un símbolo de esperanza que tendrá que defender la Tierra de los últimos vestigios de Krypton, representados por el ejército de insurgentes del general Zod.

Justo cuando se cumplen 75 años de la creación por Jerry Siegel y Joe Shuster del superhéroe por antonomasia, Superman, los responsables de DC Comics y de Warner Bros. han decidido homenajear al personaje con el reinicio de sus aventuras cinematográficas. Difícil empresa, pues la película dedicada al personaje en 1978 dirigida por Richard Donner es prácticamente imposible de superar, ya que captó a la perfección la esencia del personaje, de lo que Superman significa, el héroe al que todos admiramos, y se quedó grabada en el imaginario colectivo de forma indeleble. De hecho, uno de los principales inconvenientes del regreso del personaje a la gran pantalla en 2006 con Superman Returns fue que, más que de una película autocontenida, se trataba de un sentido homenaje al Superman de Donner. Tras el éxito de la nueva versión de Batman, los responsables de Warner y DC han optado por confiar (casi a ciegas) en Christopher Nolan y David S. Goyer para escribir el nuevo origen de Superman, que ha sido narrado por Zack Snyder, artífice de la digna adaptación de Watchmen, pero también de bodrios absolutos como Sucker Punch. Tras una abusiva campaña de promoción que hasta nos ha mostrado el cómo se hizo antes que la película, El hombre de acero llegó a nuestras carteleras el pasado viernes, una semana después que en Estados Unidos. ¿El resultado? No me ha convencido lo más mínimo. 


Como película, El hombre de acero se inscribe en el grupo de "taquillazos" veraniegos de elevado presupuesto que buscan llenar las salas, recaudar lo máximo posible y ofrecer a los espectadores una historia sencilla y directa con efectos especiales apabullantes y buenas dosis de acción. En este aspecto El hombre de acero sí que funciona, consigue entretener a pesar de sus más de dos horas de metraje, sobre todo durante el comienzo, mucho más equilibrado que el tramo final. Zack Snyder deja de lado sus manías y los efectismos que convirtieron Sucker Punch en una fuente de vergüenza ajena y opta por un estilo más sobrio para la acción, con coreografías vistosas. Ahora bien, llegados al tramo final de la película, la explosión de acción y efectos especiales termina sobrecargando al espectador, es demasiado exagerada, se hace muy pesada y nos deja la sensación de haber presenciado el nuevo cruce apocalíptico de invasiones alienígenas en la línea de Independence Day y Transformers.

Parte de la culpa de esta sobrecarga la tiene la banda sonora de Hans Zimmer. Aunque consigue  un tema principal bastante curioso, Zimmer se queda lejos del gran compositor que firmó las partituras de Gladiator o La delgada línea roja y opta por repetir hasta la saciedad la sucesión de "tambores y trompetas" que marcaron tendencia en el tráiler de Origen, atronando a los espectadores con una banda sonora que no da respiro y peca de excesiva. 


Ante este desequilibrio que aumenta según avanza la película, el reparto también queda desdibujado según se desarrolla la trama, y eso que prometía bastante, como el principio en Krypton. Amy Adams tiene parte de la fuerza y perspicacia de Lois Lane, al igual que Michael Shannon consigue reflejar el carácter de patriota pasado de rosca del general Zod, si bien a ambos se les nota un tanto desdibujados entre tanto efecto especial, con los actores bastante alejados del tipo de películas donde nos han ofrecido sus mejores trabajos. Los secundarios del Daily Planet interpretados por Laurence Fishburne y el gran Michael Kelly poco pueden lucirse, sólo pasan por el medio de la destrucción sembrada en Metrópolis por Zod y sus kryptonianos. En cuanto al protagonista, el británico Henry Cavill se presenta como una aceptable versión de un Superman más físico y menos romántico y carismático que el de las anteriores películas. Quienes realmente destacan son las dos figuras paternas de Clak Kent, Jor-El y Jonathan Kent, interpretados por un deslumbrante Russell Crowe y un comedido Kevin Costner que aprovecha su escaso tiempo en pantalla.


Ahora bien, como adaptación, El hombre de acero no me ha parecido el despropósito que fue la tercera parte de Batman dirigida por Christopher Nolan (todavía me sigue produciendo pesadillas a día de hoy), pero sí que considero que deja bastante que desear y se aleja demasiado de la esencia de uno de los superhéroes más carismáticos, perdiéndose en los excesos propios de un blockbuster de acción como las infumables tres entregas de Transformers. Hay ciertas licencias aceptables que benefician a la historia de esta versión, como los cambios en el uniforme, que la Fortaleza de la Soledad sea una nave sepultada en el Ártico, que  haya un "cambio de atmósferas" en vez de kryptonita, que Clark no se haga periodista hasta el final o que sea Zod quien mate a Jor-El antes de la explosión de Krypton; pero luego hay muchas otras que se alejan de lo que representa el personaje y que incluso rozan lo absurdo. Para empezar, tenemos la muerte de Jonathan, ridícula donde las haya, y es que por mucho que quiera preservar la identidad secreta de Clark, se podría haber resuelto de otras maneras menos bochornosas. Me irritó especialmente la ausencia de buena parte de personajes fundamentales en la mitología del héroe en beneficio de una trama plagada por militares "heroicos", entre los que ni siquiera se encuentra el general Lane, el padre de Lois y enemigo acérrimo de Superman. Además de lo desdibujada que aparece la plantilla del Daily Planet, Jimmy Olsen brilla por su ausencia y a Lex Luthor, el otro hombre de acero de Metrópolis, némesis de Superman y uno de los villanos de cómic más interesantes, ni siquiera se le menciona en toda la película, a excepción de dos fugaces guiños a Lexcorp en la batalla final, más propia de Dragon Ball que de Superman.


A parte de la ausencia de ciertos personajes clave, lo que menos me gustó de la película fue el giro radical que han dado al personaje de Superman. El romanticismo e idealismo del protector de Metrópolis que hará todo lo posible y más para salvar a sus ciudadanos se ha esfumado a favor de un nuevo héroe de acción que colabora codo con codo con el ejército de Estados Unidos, sin importarle aparentemente la de vidas humanas que se pierdan en las oleadas de destrucción masiva que sufren Smallville y Metrópolis, que queda reducida a cenizas. Encima, ahora resulta que Superman mata, pega un grito y se queda tan tranquilo. Vamos bien. ¿Y qué me decís del trasfondo del personaje? Del inmigrante de las estrellas que se adapta a una cultura que nos es la suya y jura proteger unos valores ideales que le transmitieron sus padres hemos pasado a un héroe mesiánico (hasta tiene 33 años cual Jesucristo) que ayuda al ejército de Estados Unidos a enfrentarse a los terroristas alienígenas. En fin.


De El hombre de acero, rescato los flashbacks dedicados a la infancia de Clark y su relación con sus padres. Si Superman es quien todos conocemos, es por los valores de humildad, bondad y humanidad que le transmitió el matrimonio Kent. Para mí, el espíritu del verdadero Superman se encuentra en los cómics de John Byrne, en  la película de Richard Donner, en el Origen Secreto de Geoff Johns y Gary Frank, en Las cuatro estaciones de Jeph Loeb y Tim Sale, y en versiones como Identidad Secreta, de Busiek e Immonen, y debo reconocer que no he encontrado a este héroe por ninguna parte en este blockbuster veraniego.


Después de Linterna Verde, El caballero oscuro: La leyenda renace y la película que hoy nos ocupa, no me queda claro qué planes tiene DC Cómics para su universo cinematográfico, en el que la esencia de personajes con años de historias a sus espaldas se ve traicionada. Por suerte, sí que ponen más cuidado en las películas de animación que les dedican, con títulos como Batman: Año Uno, Superman: Sin límites o la serie Young Justice, ya que El hombre de acero se aleja de la mano de Snyder en dirección al espectáculo exagerado de efectos especiales y deja de lado al Superman que todos conocemos, quedando a años luz de lo conseguido por películas basadas en personajes de cómics como Batman Begins, en la que se combinaba a la perfección el desarrollo de personajes y la aventura superheroica con el respeto al universo del cómic del hombre murciélago.


lunes, 17 de junio de 2013

Trance: Juegos mentales


Simon, un empleado de una casa de subastas, se ve involucrado en el robo de un cuadro de Goya que no sale según lo planeado y termina con Simon amnésico y el cuadro desaparecido. Incapaz de descubrir lo sucedido durante el robo, el grupo de mafiosos que busca desesperadamente el cuadro contrata los servicios de una hipnotista, Elizabeth, para tratar la amnesia de Simon, llevándole a un viaje por lo más oscuro de su mente.

Tras su paso por los Oscar con Slumdog Millionaire y 127 Horas y su labor como maestro de ceremonias de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Danny Boyle, uno de los cineastas británicos actuales más personales, regresa a sus orígenes con su nueva película, Trance. Para la ocasión, Boyle vuelve a colaborar con el guionista John Hodge, con quien ya trabajó en Trainspotting, Tumba abierta o La playa, y nos ofrece un peculiar viaje de giros, trucos y engaños mentales a través de las convenciones del thriller criminal. Desde su espectacular arranque, Trance mantiene alerta a los espectadores, planteando una trama en la que nada es lo que parece que mezcla rasgos del género negro socarrón de Snatch con el mundo onírico de Christopher Nolan visto en Memento y Origen para darnos escenas bastante impactantes y una historia que no da respiro. La acción de Trance va desplegándose y cambiando de rumbo gracias al pulso como director y al sentido del ritmo característico de Danny Boyle, que saca el máximo partido al montaje, los planos incómodos y la música electrónica para crear atmósferas tan cautivadoras como las de las escenas de hipnosis o la de la revelación final a través de las autopistas de Londres.


Este thriller de humor negro y giros imposibles se sustenta en tres personajes que se reparten el protagonismo y van evolucionando a medida que la película avanza, cambiando la impresión que los espectadores tenemos de ellos según se suceden los giros del argumento. Los tres están interpretados por actores inspirados que consiguen darles cierta profundidad y credibilidad a sus acciones, como son James McAvoy, joven actor en ascenso que aporta intensidad a sus papeles, ya sea haciendo de un primerizo Charles Xavier o del protagonista de Trance; Vincent Cassel (Cisne negro), aquí muy adecuado a su personaje, y Rosario Dawson (Siete almas), quien por fin cuenta con un papel que no sea de secundaria en el que tiene la oportunidad de demostrar su talento y fuerza interpretativa.


Con un tramo final que dejará en shock a los espectadores, Trance se revela como una de las sorpresas de la temporada, el regreso de Danny Boyle a sus orígenes como cineasta con una película sumamente entretenida, elaborada, con una historia sorprendente y una puesta en escena deslumbrante.

jueves, 13 de junio de 2013

The Newsroom: Primera temporada

Después de perder los estribos en una entrevista y denunciar las injusticias de su país, Will McAvoy, un reputado presentador de las noticias, sólo encuentra una manera de recuperar su prestigio y continuar con su trabajo: deberá colaborar y trabajar duro junto a un equipo de jóvenes periodistas en la cadena ACN al mismo tiempo que supera numerosas dificultades que van desde las imposiciones de los altos cargos de la cadena a reencontrarse con el amor de su vida.


Estrenada en el verano de 2012, The Newsroom supone el regreso del reputado guionista Aaron Sorkin a la televisión, medio en el que nos ha dejado series como El ala Oeste de la Casa Blanca o Studio 60. Bajo el sello de la HBO, el autor de Algunos hombres buenos nos trae a un grupo de personajes bastante variados que rodean al presentador protagonista y que juntos componen el equipo de una redacción de noticias, desde los jóvenes becarios y redactores a productores y directivos preocupados por los índices de audiencia. En orden cronológico, la trama de The Newsroom comienza en 2011 y repasa buena parte de los acontecimientos que marcaron ese año en Estados Unidos, como el vertido de BP en el Golfo de México, las elecciones primarias o la operación de la CIA que acabó con Bin Laden, y también el panorama internacional, en especial la "primavera árabe", siempre desde un punto de vista crítico e irónico. 


Armado con buenas dosis de diálogos repletos de referencias a la cultura popular y despachados a velocidades de vértigo por los actores, Sorkin construye los conflictos que se desarrollan entre los personajes de la redacción de noticias con estos eventos de fondo y aprovecha para exponer un firme ideal, el de unos medios de comunicación preocupados por ofrecer noticias contrastadas a los ciudadanos, que en última instancia son quienes tienen el poder como votantes. Con estos ideales como base, los protagonistas de The Newsroom lucharán contra la hipocresía y el sensacionalismo imperante en los medios de comunicación, dejándonos escenas tan contundentes como el discurso del primer capítulo, el final del cuarto episodio o varios momentos de críticas mordaces a incongruencias variadas. El único inconveniente de esta serie es el peso que van tomando las subtramas dedicadas a las relaciones sentimentales de los protagonistas, que al final ocupan más de la mitad de cada episodio y terminan haciendo que la serie parezca un culebrón.


Al frente del reparto nos encontramos con un sorprendente Jeff Daniels, inspirado en uno de sus mejores papeles hasta la fecha, capaz de fundirse con su personaje, Will McAvoy, dando una lección de interpretación en televisión. Le acompaña Emily Mortimer (Hugo) con un personaje bastante interesante, si bien termina cayendo en la sobreactuación con tanto grito. Esta pareja protagonista se ve respaldada por un reparto de jóvenes actores, como Alison Pill (Medianoche en París), John Gallagher Jr., Olivia Munn, o Dev Patel (aquí menos insoportable de lo habitual), todos ellos bastante correctos en sus papeles, y además les respaldan los veteranos Jane Fonda y Sam Waterstone cerrando el grupo de intérpretes a las órdenes de los guiones de Sorkin y de directores como Greg Mottola (Paul), encargados de plasmar la cruzada particular de la redacción del canal ACN.



Al terminar la temporada, la acción de The Newsroom alcanza a la actualidad del momento en que se acabó, el final del verano de 2012, y nos deja con bastante incertidumbre acerca del futuro profesional y personal de los protagonistas. A la espera del estreno de su continuación este mes de julio, podemos disfrutar del curioso tráiler de la segunda temporada, para la que Aaron Sorkin ha decidido contar con un nuevo equipo de guionistas. Enfrentándose a las tendencias predominantes,  parece que el equipo de periodistas de Will McAvoy no se rendirá fácilmente y seguirá luchando por el derecho a la información, incluso en tiempos de crisis.

viernes, 7 de junio de 2013

Phenomena: El jovencito Frankenstein & La vida de Brian


Para comenzar el mes de junio, el día 2 los madrileños cines de Callao presenciaron un evento muy especial. Media hora antes de las seis de la tarde, los asistentes a la sesión de Phenomena dedicada a la comedia dejábamos de abarrotar la plaza y pasábamos a ocupar nuestras butacas en la oscuridad de la sala. Allí nos recibió Nacho Cerdà, el organizador de Phenomena, dedicó unas palabras a resaltar la buena acogida de la que está gozando esta iniciativa  y adelantó un pase futuro dedicado a Aliens y Grease para dejarnos a continuación con un vídeo épico y emotivo dedicado a la magia del cine, en especial a aquellas películas con las que muchos crecimos y que comprenden desde Regreso al futuro a El Señor de los Anillos, pasando por Terminator, Indiana Jones, Star Wars, Parque Jurásico o Forrest Gump, por mencionar sólo algunas de las películas homenajeadas en un vídeo que nos dejó a media sala al borde de las lágrimas.


Después de una ración de tráilers cómicos (aunque algunos no pretendieran serlo), los espectadores pudimos disfrutar del humor absurdo del maestro Mel Brooks en una de sus grandes películas, El jovencito Frankenstein. Su humor sigue fresco, desatando carcajadas entre el público gracias a las sucesiones de gags, cada cual más ingenioso, en esta alocada película que parodia la archiconocida historia de Frankenstein, de Mary Shelley. Además de la ya mítica interpretación de Marty Feldman como Igor, me gustaría destacar la labor de Gene Wilder, sin duda uno de los grandes cómicos del séptimo arte, como demuestran sus colaboraciones con Mel Brooks en películas como ésta o la tronchante Los productores. Además, la copia de El jovencito Frankenstein recuperada por Phenomena para la ocasión había sido restaurada recientemente, por lo que los espectadores pudimos disfrutar del blanco y negro en todo su esplendor y de los ambientes del cine de monstruos de Universal que tan bien imita. Como curiosidad, me sorprendió el breve papel que tiene Gene Hackman en la película, no me había dado cuenta antes de que salía.


Tras un breve descanso y otra ración de tráilers (esta vez algunos daban vergüenza ajena, como el de Tarzán protagonizado por Bo Derek), llegó el turno del humor surrealista de los Monty Python  con La vida de Brian. Las carcajadas fueron en aumento durante la proyección de esta ácida sátira ambientada en tiempos bíblicos, que cuenta con un ritmo endiablado encadenando una broma tras otra y sorprende por la vigencia de los temas y los sinsentidos de los que se rieron en esta película Graham Chapman, John Cleese, Michael Palin, Terry Jones, Eric Idle y Terry Gilliam. Eso sí, no hay mejor forma de terminar una sesión de este tipo que con la monumental canción Always Look on the Bright Side of Life, todo un himno a la comedia.


Difícil decisión quedarse con una de estas dos películas. Si tuviera que elegir, prefiero el humor absurdo y la parodia de Mel Brooks a la sátira desenfrenada de los Monty Python, aunque no se le pueden poner pegas a una sesión de este tipo. Desde aquí me gustaría felicitar a los organizadores de Phenomena, pues ha demostrado ser una iniciativa con mucho potencial e indispensable para los cinéfilos.